El juego simbólico suele aparecer sobre los 2 años de vida, cuando los niños son capaces de representar mentalmente. En esta etapa del desarrollo aprenden a salir del “aquí y el ahora”, lo que les permite organizar el pensamiento y les ayuda a descubrir y comprender mejor el mundo que les rodea.
Además, despierta la creatividad y fomenta las bases para la identificación y la gestión emocional.
¿En qué consiste el juego simbólico?
El juego simbólico consiste en representar acciones reales o imaginarias mediante el uso de juguetes, objetos o el propio cuerpo para transformarlos en otros que no están presentes. Los objetos suelen guardar parecido con el objeto representado, por eso cuanto menos sofisticado sean estos, más posibilidad de juego ofrecerá.
Según Piaget, el niño asimila la realidad adaptándola a sus necesidades, mientras que, para los psicoanalistas, les permite a los niños revivir situaciones de su vida. Puede ser que juegue con una muñeca dándole de comer o regañándola por haber hecho algo mal, elaborando la situación, pero también proyectando lo que querría que pasara realmente.
La aparición del juego simbólico coincide con la explosión del lenguaje, momento en el que se manifiesta el pensamiento. En esta fase, el niño es capaz de comunicarse de manera funcional con el entorno mediante palabras, frases, gestos y movimientos corporales.
¿Qué mejora el juego simbólico?
El juego simbólico mejora y estimula el vocabulario, mejora la expresión oral y la comprensión y establece las bases de la posterior planificación de la expresión oral.
Se debe prestar especial atención cuando un niño no sabe imitar gestos, movimientos y/o sonidos; si esquiva la mirada y no muestra curiosidad por el adulto y el entorno.
Una manera de estimular el juego simbólico es el uso de los disfraces.
¿Por qué disfrazarse los 365 días del año?
Disfrazarse promueve el desarrollo del juego simbólico. Los niños ponen en marcha procesos como el pensamiento abstracto, la socialización, la atención y la imaginación. El niño crea historias mientras aprende palabras nuevas y usa la expresión corporal. También estimula la empatía.
“¿Qué diría un astronauta y qué necesita para serlo? ¿Qué diría un payaso?”
El beneficio del juego simbólico es incalculable, por lo que dejar una caja al alcance de los niños con diferentes objetos, ropa, telas, pelucas… hará que vuele su imaginación y creatividad, porque un trozo de tela puede ser una capa de superhéroe o un pañuelo de pirata.
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