El verano es sinónimo de descanso, disfrute y desconexión pero también de fuertes olas de calor que conllevan riesgo de deshidratación. Las elevadas temperaturas provocan que nuestro cuerpo sude más y, como consecuencia, que pierda más cantidad de líquido, aumentando sus necesidades hídricas.
La sed es un instinto básico que impulsa a beber cuando descienden los niveles de agua en el organismo.
Por norma general se recomienda ingerir unos 2L de agua al día donde se incluyen bebidas como zumos, infusiones, sopas, cremas y agua mineral.
Hay que resaltar la importancia que tiene el agua en la personas de edad avanzada y en niños. En ocasiones, por diversos motivos, como falta de demanda del individuo o demencias, se pueden llegar a niveles de deshidratación muy críticos. Cabe destacar que con la edad desaparece la sensación de sed en las personas.
Se recomienda el consumo de 8 vasos diarios de agua (agua, zumos, líquidos,…) y beber de forma regular aunque no se tenga sensación de sed.
Equilibrio dietético
Para conseguir el equilibrio dietético recomendado por los expertos y garantizar un buen estado de hidratación, se deben escoger alimentos frescos y variados, con abundantes verduras, hortalizas y frutas. Esto es posible a través de la elección a lo largo del día de:
- 2-3 raciones de fruta
- 2 raciones de hortalizas y/o verduras
- 2-3 raciones de lácteos
- 2-3 raciones moderadas de alimentos proteicos
- Sin olvidarse de asegurar un aporte moderado de alimentos feculentos y alimentos grasos.
Se elegirán también, si se puede, cocciones y preparaciones culinarias que posean un elevado contenido en agua, tales como sopas, caldos, guisos con caldos, cremas o purés o ensaladas frescas y evitando cocciones secas realizadas a elevada temperatura y que promuevan una deshidratación del alimento fresco.
Así que por nuestra salud y bienestar, reforcemos nuestra hidratación en esta calurosa época del año…
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