Muchas veces oímos en charlas de preparación al parto o a mujeres después de un parto, que dicen que tienen una diástasis abdominal.
¿Pero sabemos que significa? La diástasis es una separación, más o menos grande, de los músculos rectos abdominales a nivel de la línea media o línea alba, provocando que esa membrana fibrosa que los une se pueda llegar incluso a romper.
¿Dónde se localizan los rectos abdominales?
Los rectos abdominales son dos músculos que tenemos en la parte anterior del abdomen. Es la famosa “tableta de chocolate” que muchos y muchas deportistas consiguen marcar.
¿Hay distintos tipos de diástasis?
Sí, existen dos tipos de diástasis:
- La diástasis funcional que es la separación de los rectos sin que haya rotura de las estructuras.
- La diástasis anatómica que es la rotura de la membrana fibrosa, que provoca que las vísceras puedan protruir y salgan hacia fuera del abdomen, sobre todo cuando hacemos un esfuerzo.
¿Cuáles son los factores de riesgo de sufrirla?
- La obesidad hace que el abdomen se distienda y soporte mucha carga.
- Embarazo, sobre todo cuando se coge mucho peso o es un embarazo múltiple.
- Cirugías abdominales.
- Estreñimiento, en el que empujas y realizas mucho esfuerzo cortando la respiración.
- Abdominales tradicionales o Crunch.
- Trabajos donde realizas muchas cargas pesadas.
¿Cómo sé si tengo diástasis?
Lo primero que deberás hacer es acudir a un especialista que valore el tipo y la dimensión de la diástasis. Los principales signos son abombamiento del abdomen al realizar un abdominal, saliendo “una hernia” en la línea media; abdomen flácido y prominente; dolor lumbar o incontinencia debido a que las presiones se dirigen hacia el suelo pélvico.
¿Se puede tratar?
Las diástasis anatómicas solo pueden solucionarse con una cirugía llamada abdominoplastia, aunque la fisioterapia puede ayudar a tu abdomen a llegar a esa cirugía en las mejores condiciones posibles.
Las diástasis funcionales sí que se pueden tratar mediante distintas técnicas y ejercicios que podrás hacer para mejorar tu abdomen, por ejemplo:
- Ejercicios de activación del transverso de forma voluntaria: El transverso es el músculo abdominal más profundo que estabiliza y hace de “corsé” para mantener nuestro abdomen fuerte, evitando malas presiones hacia nuestro suelo pélvico y nuestra columna lumbar.
- Cambios posturales: La auto elongación ayuda a repartir esas presiones internas, mejorando nuestra postura, disminuyendo el dolor lumbar y activando nuestro transverso sin que nos demos cuenta.
- Gimnasia abdominal hipopresiva: Los hipopresivos son unos ejercicios posturales que no hacen presión hacia nuestro suelo pélvico, donde mediante una respiración concreta, conseguimos activar nuestro abdomen sin provocar presión.
- Trabajo con radiofrecuencia Winback: Es una corriente de alta frecuencia que ayuda a regenerar los tejidos y formar colágeno.
También es muy importante seguir las siguientes recomendaciones:
- No realizar abdominales clásicos.
- Evitar coger cargas pesadas y hacerlo siempre soplando, sin cortar la respiración.
- Ir al baño todos los días para defecar y no empujar en apnea.
- Al levantarse y al acostarse en la cama, ponerse primero de lado y después hacer el movimiento.
- No realizar actividades de impacto como saltar.