Equilibrio

Es la capacidad que tenemos para situarnos en el espacio sin caernos. Como muchas cosas en nuestro cuerpo, el equilibrio es un proceso extremadamente complejo en el que actúan muchos “protagonistas” a la vez.

Los protagonistas

  • Vista: Nos da la información del espacio donde estamos y nos permite tomar referencias de otros objetos que están en equilibrio para poderlos “imitar”.
  • Propiocepción: Es la percepción sobre en qué posición están cada una de las partes de nuestro cuerpo. Esta información nos la proporcionan unos receptores que están en nuestras articulaciones, músculos y ligamentos
  • Sistema vestibular: Es un sistema situado en el oído interno que nos da información de los movimientos de la cabeza en el espacio.

Estas tres percepciones (y alguna otra más) llegan al sistema nervioso central. Este (cerebro) hace un cóctel con ellos y crea una respuesta en forma de movimiento y/o postura, la cual nos permite adaptarnos a cada momento a las nuevas situaciones que nos encontramos y así seguir manteniendo el equilibrio.

Esquema del equilibrio

Esta nueva postura y/o movimiento nos creará una nueva situación que la vista, la propiocepción y el sistema vestibular se encargaran de identificar nuevamente y enviar al cerebro para que éste dé otra nueva respuesta creando así un círculo percepción-respuesta constante que realizamos muchas veces por segundo.

Cualquier modificación en la vista, propiocepción, sistema vestibular o sistema nervioso central puede provocar una alteración en el equilibrio que se puede manifestar de diferentes modos.

Tipos de alteraciones en el equilibrio

  • Vértigo: Sensación giratoria de uno mismo y/o de los objetos que te rodean.
  • Mareo: Sensación subjetiva que los pacientes describen como aturdimiento, confusión, visión nublada, andar flotando o inseguros pero nunca con la sensación giratoria que aparece en el vértigo.
  • Desequilibrio: Dificultad objetiva de mantener el equilibrio de pie.

La complejidad de este sistema hace que cualquiera de estos síntomas haga difícil determinar la causa que los provoca. Como paciente será importante saber diferenciar entre estas tres alteraciones para aportar al profesional la información más precisa posible y así poder diagnosticar e indicar el tratamiento más adecuado.

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